(Opinión de José Mª Satué*)
Los hablantes del aragonés nos ilusionamos cuando se publicó la Ley de Lenguas-2009, que creaba el Consejo Superior de Lenguas y la Academia del Aragonés, pero las ‘inclemencias del tiempo político’ impidieron que se desarrollase del todo. La voluntad popular colocó a otros gobernantes, que acaban de derogar dicha Ley y han parido otra (mayo-2013), que ni siquiera se atreve a llamar las lenguas por su nombre. ¡Quién puede negar una realidad! Que se enteren de una vez: las lenguas que se hablan en Aragón son el castellano, el catalán y el aragonés. ¿Desde cuándo las lenguas son un problema? Siempre han sido un medio de relación entre las personas. Las lenguas son libres, como los pájaros y el aire, que no entienden de banderas políticas ni de fronteras.
De las tres lenguas, el aragonés es la única que está en ‘estado crítico’ y ahora, en lugar de ampararlo, le estamos preparando la sepultura, porque lo hemos colocado en una veleta, que gira con los vientos políticos.
Reivindicamos un reconocimiento para el aragonés, nacido del consenso de todos los partidos políticos y la creación de una autoridad lingüística (con el nombre que sea), independiente y competente, que lo regule con una ortografía flexible, capaz de regular todas las variedades o modalidades de hablas locales, como forma básica de protegerlo y promocionarlo.
La Ley de Lenguas-2013, la falta de consenso y las discordias políticas, traerán la muerte definitiva del aragonés. Pongámonos todos de acuerdo y hagamos algo positivo. ¡No dejemos morir nuestra voz!.
(* Socio de APUDEPA y del Estudio de Filología Aragonesa).-
Fuente: Facebook de Jose Mª Satue
No hay comentarios:
Publicar un comentario