Mañana comienzan las jornadas sobre la situación lingüística
aragonesa --sobre las lenguas aragonesas minoritarias-- que ha
organizado en Fraga el Institut d'Estudis del Baix Cinca, cuyo
presidente, Pep Labat, me ha invitado a participar con
una ponencia para responder abiertamente a la pregunta por una nueva
Llei de Llengues per Aragó. No pude negarme a la ponencia, aunque me
temo que tenga que renunciar a la asistencia. Por eso, y puesto que debo
una respuesta no ya a los expertos --que no la necesitan-- sino más
bien una explicación a los ciudadanos y una contestación al Gobierno
---que no la pide--- como ex Presidente del CSLA, quiero anticipar aquí
un extracto en castellano y sin la cabecica atada de lo que espero se
lea en Fraga clar i català.
LO QUE NECESITAMOS urgentemente no es una ley sino un gobierno que
cumpla la ley vigente. ¿Que no es perfecta? Por supuesto, ninguna ley es
perfecta; pero es la ley, y un gobierno que no la cumple se desautoriza
a sí mismo. Quien preside hoy el Gobierno había prometido cambiarla en
la campaña electoral: ya lo había dicho, su promesa es pluscuamperfecta.
No menos que imperfecto el futuro del "Anteproyecto de Ley de uso,
protección y promoción de las lenguas y modalidades lingüísticas de
Aragón", ese esperpento que "restaura" la ley vigente como el "eccehomo"
de Borja su original. Eso no es un proyecto de ley, sino una
estratagema para no hacer nada; es decir, para que se haga su voluntad
---¿oi, Dolors?--- contra todo derecho.
No obstante, como digo, la ley vigente es mejorable. Si de mi
dependiera, o del Consejo Superior de Lenguas de Aragón --que no ha sido
consultado-- podríamos llegar a un acuerdo sobre los siguientes
principios:
1 Las lenguas son de los hablantes y para hablar
responsablemente; es decir, para hablar y escuchar, porque así se
entienden los hombres.
2 La lengua materna en la que aprendemos a a hablar y
a escuchar por vez primera es la vía de acceso a cualquier otra y ésta
una ampliación de la competencia verbal de aquella.
3 Los infantes deberían desarrollar su capacidad de
hablar y de escuchar en el parvulario, para continuar después
aprendiendo en la escuela a leer y a escribir primero en su lengua
materna o vernácula como dicen otros. Y a expresarse de modo que su
competencia lingüística se ampliara a la par que el horizonte de su
propio mundo.
4 Una lengua existe en el habla, en la hablas, y todos las hablas sobreviven solo en la lengua a la que pertenecen.
5 Las lenguas que se hablan en Aragón son el aragonés, el catalán y el castellano.
6 El reconocimiento oficial del aragonés y del
catalán en los respectivos territorios donde se hablan debería
considerarse normal, conveniente y deseable.
7 En todo caso debería prevalecer en la práctica el
entendimiento entre los hablantes y utilizarse en cada situación la
lengua en la que mejor se entienden las partes, sin mediación de
terceros ni traducciones superfluas.
8 Conviene mantener el Consejo Superior de las
Lenguas con las mismas funciones, pero con verdadera autonomía y
dotación presupuestaria independiente del gobierno de turno. Reduciendo
acaso el número de consejeros y sustituyendo los nombrados a propuesta
del Gobierno por otros a propuesta de entes públicos que representen la
pluralidad de las comunidades lingüísticas de Aragón.
9 La autoridad lingüística debería ser para el
aragonés su propia academia. El castellano y el catalán no la necesitan,
basta con sendos grupos de académicos correspondientes para las
respectivas instancias cuya autoridad no se discute de hecho en su
dominio.
CONSIDERO una pérdida irreparable, mayor que la extinción del
urogallo oscense, la desaparición del aragonés, y crean que lo siento.
Pero no puedo evitarlo. Esa lengua es ya una reliquia que se disputan
sus devotos. Quienes podrían hacer algo por ella no saben o no quieren. Y
mientras discuten si galgos o podencos, dejan escapar la última
oportunidad. La modalidad del aragonés "bien dicho" que se recoge y
difunde en algunos medios no es más que un popurrí de mal gusto y sin
futuro para mañicos de calzón corto y cabecica atada.
En cambio la otra lengua, esa herejía que "no tiene nombre", mal que
les pese a los que hablan en cristiano y entienden solo "aragonés
occidental", sobrevivirá en la Franja: la costura de España --no solo
entre lenguas-- donde hay hilo suficiente para coser las diferencias.
Pero dudo que seamos capaces de hacer un bordado donde apenas estamos
preparados para hacer un remiendo, mientras otros --los más bordes de
una y otra banda, qué pena-- se disponen ya a hacer un descosido. ¡Basta
ya de na-z-ionlismos!
Me avergüenzo de la imagen que proyectamos desde aquí, que es el
lugar de nuestra responsabilidad y lo contrario andar por ahí o estar en
Babia. Lo peor de todo es, sin embargo, que así y aquí no nos
entendemos: ni entre nosotros, ni con nuestros vecinos, ni con nadie de
este mundo. Ni del otro, ya me entienden.
Fuente: José Bada en www.elperiodicodearagon.com