¿Y SI PENSAMOS EN ARAGONÉS?

El pleno del Ayuntamiento de Zaragoza aprobó en junio una moción de CHA, en la que se instaba al Gobierno de Aragón a la defensa, respeto y protección de la realidad trilingüe de Aragón y a promover el uso normal de las lenguas de Aragón: aragonés, castellano y catalán. En línea con la aprobada por unanimidad en septiembre de 2005, en la que se defendía la unidad de la lengua. Recientemente, hemos instado al teniente de alcalde de Cultura a incluir la enseñanza del aragonés en las programaciones de la Universidad Popular, dentro del presupuesto destinado a enseñanza en el patronato que lo gestiona. Es decir, sin incremento de la partida presupuestaria.

Un país se define por el respeto que siente por la cultura en sus distintas manifestaciones. La cultura no puede ser un lujo prescindible ni un arma política, es un derecho y sus manifestaciones merecen el mayor respeto y protección, también en época de crisis. Lamentablemente esto no ha sido así en Aragón con nuestra riqueza lingüística y la capital de todos los aragoneses, Zaragoza, no puede ser insensible a esta dolorosa realidad. Máxime cuando concentra buena parte de los hablantes de aragonés y ha sido receptora de inmigración aragonesa catalohablante y, especialmente, cuando el Gobierno PP-PAR ha aprobado un proyecto de ley de lenguas que ha sido el hazmerreír de la comunidad científica, por sus ridículos eufemismos y que ha supuesto que la presidenta Rudi recibiera un serio toque de atención desde Europa, para vergüenza de Aragón, al que, no olvidemos, representa.

Paradójicamente, ese bárbaro engendro en forma de anteproyecto de ley fue presentado por la consejera Serrat (PP), gerundense catalanohablante, y Callizo (PAR), cheso conocedor del aragonés. Aragón, país surrealista donde los haya. No son ellos los únicos culpables. Lamentablemente, el Estatuto de Autonomía de Aragón es el único de todas las comunidades con lengua propia que no ha resuelto adecuadamente la cuestión lingüística, haciendo referencia a "las lenguas y modalidades lingüísticas" sin ni siquiera denominarlas, obviando que Aragón es un país trilingüe en el que pueden convivir --sin exclusiones-- el aragonés, el catalán y el castellano (como se incluye en la moción aprobada en el ayuntamiento a la que hacía referencia).

PSOE, PP, PAR e IU aprobaron en 2007 un Estatuto de mínimos, acomplejado en muchos temas y también en el lingüístico, no nombrando ni haciendo oficiales al aragonés y al catalán, junto al castellano. Fruto de este acuerdo es este atentado a la razón que representa ese anteproyecto de ley de lenguas, que produce sonrojo solo de citarlo. De nada sirve que el expresidente de Aragón, Iglesias --catalanohablante de Bonansa--, en su retiro de oro en el inútil Senado español, firme declaraciones a favor del catalán para hacer méritos en su partido, cuando nada hizo en su época de presidente por salvar nuestro patrimonio lingüístico.

Mal hacen aquellos países que descuidan o desprecian su patrimonio, pues optan por ser un erial inculto para súbditos, donde solo crece la superchería y son presa fácil de la barbarie y la ignorancia, frente a otros que, atentos a su patrimonio cultural, se convierten en lugares en los que florece la ciencia, iluminada por la razón, para disfrute de la ciudadanía culta, libre y crítica.

Solo desde la ignorancia se pueden mantener afirmaciones acientíficas como las que, lamentablemente, se oyen en ocasiones aquí. En Aragón se habla castellano, pero no es Castilla; en Aragón se habla catalán, pero no es Cataluña. Pocas falsedades hay más graves que la afirmación que vincula unidad lingüística con realidad nacional. De hecho, en Europa --salvo Islandia-- no existe otro caso de realidad nacional y uso exclusivo de una lengua. Europa es un mosaico de realidades nacionales y lenguas cuyas fronteras no coinciden. Nadie, con un mínimo de rigor, afirmaría que Bélgica es Francia (aunque se hable francés) o que Austria forma parte de Alemania (aunque compartan la lengua alemana). Esto último solo lo mantienen grupos neonazis.

Solo desde la ignorancia se puede obviar que para intentar evitar la desaparición del aragonés (patrimonio de todos los aragoneses y aragonesas, lo hablen o no), con todas sus modalidades, es preciso el reconocimiento de la unidad de la lengua, afianzando un modelo culto y referencial, nada que no se haya hecho en todas las demás lenguas desde la creación de la Accademia della Crusca florentina en 1583 o la Académie de la Langue Française, que data de 1635, y que sirvieron de modelo para la práctica totalidad del resto de las lenguas del mundo.

Toda lengua tiene modalidades, pero la supervivencia de la lengua se basa en su unidad. Lo que se habla en Cádiz, Buenos Aires, Caracas o Valladolid son variantes de la misma lengua: el castellano o lo que se habla en Fraga o Alguer es lo mismo: catalán; del mismo modo que lo que hablan quienes han aprendido aragonés en Zaragoza, los vecinos de Echo o Chistén es la misma lengua: el aragonés.

Fuente: www.elperiodicodearagon.com

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