La Academia de l’Aragonés ha elaborado una propuesta ortográfica de la lengua aragonesa, fruto de un trabajo de tres años y del consenso de los participantes en su elaboración, con la convicción de que sea tenida en cuenta en el futuro y que sirva de instrumento para la conservación y dignificación de la lengua.
Este colectivo es el fiel reflejo de las diversas modalidades existentes del aragonés. Una mayor parte de los integrantes usaban la ortografía del primer Congreso del año 87, aunque no era la única, ya que integrantes de la Academia utilizaban tres o cuatro modelos diferentes, algo “inviable” para una entidad que pretende ser normativa, tal y como ha explicado su presidente, Manuel Castán.
Esta ortografía se basa en un documento teórico, elaborado por Juan José Segura, “Principios y criterios para una codificación normativa del aragonés”. Este texto establecía “una serie de principios que se debían tener en cuenta para esa codificación como historicidad o identidad” y también algunos criterios como el etimológico. “Podemos decir que etimología es la base de esta ortografía”, ha explicado. Castán ha destacado que “quizás por primera vez” hay un documento teórico “muy sólido” sobre el que se ha asentado esta propuesta.
Los sonidos y las letras en el aragonés “prácticamente” son coincidentes con los del castellano ya que ambas “son lenguas hermanas”. En esta propuesta se ha procurado que se respete la etimología de las palabras, aunque en casos como b o v se utilizará la b “cuando no se conozca o se tengan dudas”.
Con respecto a la h, se ha decidido conservar todas las etimológicas en todos los grupos de palabras. Con esto se salva la grafía internacional de helenismos, extranjerismos y cultismos latinos. Con la c y z se ha decidido establecer dos grafemas con distribución similar a la castellana, aunque con una lista de excepciones como zero, azimut o alazet.
Esta propuesta no establece ninguna obligación de utilizar las tildes en ninguna palabra, aunque recomienda su utilización en tres casos puntuales: las agudas, los hiatos y algún acento diacrítico.
El alfabeto aragonés es similar a los alfabetos latinos como el castellano, aunque sin la inclusión de la ñ. Cuenta con cinco vocales, excepto en el benasqués, que cuenta con siete.
Los signos de puntuación empleados en aragonés se dividen entre simples (punto, punto y coma, dos puntos, puntos suspensivos y coma) y dobles (señales de interrogación y exclamación, paréntesis, corchetes, guiones y comillas”. Los simples sirven para indicar las pausas en un discurso escrito. Por su parte, los signos de interrogación y exclamación son obligatorios al final y voluntarios al inicio de la pregunta o exclamación. Cuando se usen señales dobles se dejará espacio entre los signos y las palabras.
Con respecto a prefijos y sufijos, en el caso del prefijo trans- se mantendrá en los cultismos y si la segunda palabra formante comienza por s se reducirá el prefijo a tran-. En las voces patrimoniales existen los prefijos tras- y tres-. Los prefijos ex- y des- se mantendrán cuando aparezcan con bases cultas y en neologismos. Sin embargo, en las voces populares se mantendrá el prefijo es-. No obstante, si coexisten las formas es- y des- se dará prioridad a la forma etimológica.
La propuesta recoge que se utilizará la mayúscula en la inicial de la primera palabra de un párrafo y después de un punto, de un signo de interrogación o exclamación. También en las iniciales de nombres propios y en cifras romanas y símbolos científicos. Las siglas y acrónimos se escribirán todas en mayúsculas, aunque se escribirá como sustantivos comunes los ya lexicalizados.
En un futuro próximo presentarán un vocabulario ortográfico que sirva de ejemplificación exhaustiva de las reglas, con todas las palabras de los ejemplos y con todas las que puedan plantear todas las dudas.
Fuente: www.aragondigital.es
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