En el X Congreso Internacional de Lingüística General de la Universidad de Zaragoza […] se realizó en la tarde del dia 19 una larga mesa redonda, "Despertando las lenguas", con Emilio Ridruejo Alonso (U de Valladolid), M. Carme Junyent Figueras (U de Barcelona) Henrique Monteagudo Romero (U de Santiago de Compostela) y José Bada (presidente del CSLA). Se habla mucho de la planificación lingüística, y vamos a derivar claro a casos cercanos como el catalán y el catalán de Aragón (Bada defiende el catalán como lengua propia y se queja de la actitud del gobierno aragonés ignorándolo). Se escucha a los catalanistas con atención y respeto, sin entrar directamente en polémicas, aunque yo percibo una cierta desesperación de ellos mismos ante la realidad, que es tozuda—tanto gente del público como Junyent se quejan del declive del catalán, pero no pueden culpar a las autoridades de eso ni a una política poco favorable (a mí me parece más que favorable francamente abusiva) —Junyent constata el fracaso de la imposición lingüística, porque la gente se resiste sin más a hablar catalán por obligación, es lo que se trasluce de sus palabras, aunque ella parece lamentarlo—y observa que sería mejor eliminar toda política de planificación lingüística. Otros del público observan que siempre hay una u otra, no se pueden eliminar (aunque yo observaría que pueden estar más o menos enfrentadas a la realidad, y el caso de Cataluña es realmente espectacular en ese sentido). Junyent cree que siempre han fracasado las políticas de planificación, otros disienten—las de imposición de lenguas mayoritarias y que favorecen la comunicación han solido tener éxito en Europa. Yo también observo que me sorprende que me digan que ha fracasado la política lingüística con el catalán, cuando es obvio que el catalán tiene muchos más ámbitos donde practicarse precisamente por esas políticas, de los que tenía hace cuarenta años. Pero la gente cada vez habla menos catalán, me dicen, y en la educación hay un simulacro de hablar catalán. En la primaria sí, pero en la secundaria se habla mayormente en español a pesar de la versión oficial, y en la Universidad por supuesto. No es la idea que dan los medios de comunicación, les digo, y dice Junyent que hay una negativa de las autoridades políticas a reconocer la realidad de las cosas. También dice que hay muchos expedientes y recursos de protesta pidiendo que se imponga el catalán de hecho y no sólo de derecho, y que no prosperan. Pues menos mal, aquí también nos salvará la realidad virtual.
El de Santiago de Compostela parece galleguista bastante militante, dice que no le importa ser español si no le piden que se ampute algo... y peca como todos los nacionalistas de suponer como presuposición de base que en su comunidad la lengua es el gallego (o el catalán, etc.) y que la otra es de fuera, o de gente que no es de la comunidad. Habla de las políticas de planificación lingüistica en relación al poder (si son posibles), al deber (si son éticas, o políticamente correctas) y al querer (si queremos afrontar el costo). Se queja de que España no acaba de aceptar su multilingüismo, lo cual (vistas las políticas de "lenguas propias" en las periferias) supongo que quiere decir que debería subtitularse o traducirse todo lo que se diga en una lengua a todas las demás. Ahí hay un claro coste no sólo de dinero sino de engorro que me parece que explica por que ni se puede, ni se quiere, ni se debe aceptar el multilingüismo en esos términos.
Ante alguna referencia crítica al Consejo Superior de Lenguas de Aragón, del que forma parte, Martín Zorraquino subraya el buen clima de entendimiento y trabajo que reinó allí a pesar de la incertidumbre política que lo rodea y de la diversidad ideológica de sus componentes. Recuerda que el PSOE aprobó una Ley de Lenguas, que el PP anunció su derogación al ganar las elecciones, pero que con el pacto con el PAR está pendiente una "modificación" de la misma más bien. Y que allí están a la espera de lo que digan los políticos, pues ellos han de trabajar en el marco legal que se disponga, pero hay confusión al respecto y no direcciones claras.
Termina José Bada con una llamada al entendimiento, a no utilizar la lengua como bandera sino para comprenderse, pero claro, entre sus palabras en catalán de la franja (que emplea como ejemplo de la posibilidad de mutua comprensión) y sus palabras en español (castellano lo llama él) se entienden mucho más generalmente las que dice en español—si de entenderse va la cosa.
Fuente: http://vanityfea.blogspot.com.es
El de Santiago de Compostela parece galleguista bastante militante, dice que no le importa ser español si no le piden que se ampute algo... y peca como todos los nacionalistas de suponer como presuposición de base que en su comunidad la lengua es el gallego (o el catalán, etc.) y que la otra es de fuera, o de gente que no es de la comunidad. Habla de las políticas de planificación lingüistica en relación al poder (si son posibles), al deber (si son éticas, o políticamente correctas) y al querer (si queremos afrontar el costo). Se queja de que España no acaba de aceptar su multilingüismo, lo cual (vistas las políticas de "lenguas propias" en las periferias) supongo que quiere decir que debería subtitularse o traducirse todo lo que se diga en una lengua a todas las demás. Ahí hay un claro coste no sólo de dinero sino de engorro que me parece que explica por que ni se puede, ni se quiere, ni se debe aceptar el multilingüismo en esos términos.
Ante alguna referencia crítica al Consejo Superior de Lenguas de Aragón, del que forma parte, Martín Zorraquino subraya el buen clima de entendimiento y trabajo que reinó allí a pesar de la incertidumbre política que lo rodea y de la diversidad ideológica de sus componentes. Recuerda que el PSOE aprobó una Ley de Lenguas, que el PP anunció su derogación al ganar las elecciones, pero que con el pacto con el PAR está pendiente una "modificación" de la misma más bien. Y que allí están a la espera de lo que digan los políticos, pues ellos han de trabajar en el marco legal que se disponga, pero hay confusión al respecto y no direcciones claras.
Termina José Bada con una llamada al entendimiento, a no utilizar la lengua como bandera sino para comprenderse, pero claro, entre sus palabras en catalán de la franja (que emplea como ejemplo de la posibilidad de mutua comprensión) y sus palabras en español (castellano lo llama él) se entienden mucho más generalmente las que dice en español—si de entenderse va la cosa.
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