UNA LEY Y UN TRABALENGUAS

Las Cortes aragonesas no han negociado los miembros del Consejo Superior de las Lenguas.

La Ley de Lenguas ha pasado de la actualidad diaria, de protagonizar los más furibundos discursos y las campañas más demagógicas a quedarse aparcada. El Consejero Superior de las Lenguas debería haberse creado esta semana. También el Departamento de Educación tendría que contar ya con una oficina que coordinase la aplicación de esta nueva norma.

Pero no se ha tomada ninguna medida. La Ley de Lenguas permanece atascada, ante la incredulidad de los creyeron en la voluntad política del Gobierno. Pero un primer síntoma ya indicaba que el PSOE no tenía demasiadas ganas de avanzar en el desarrollo del texto normativo. Se mantuvieron reuniones con un buen número de asociaciones de todo el territorio y se les solicitaron listas de candidatos para el consejo superior y para las academias. Sin embargo, al mismo tiempo se les consultaba, se les pedía que no publicitaran esos encuentros. Había una voluntad por ocultar lo que se estaba haciendo, lo que ya hizo sospechar a las agrupaciones. La incipiente aplicación se ha mantenido alejada de los focos. De hecho, Educación tiene ya a una persona dedicada a las tareas de coordinación de todo lo que tenga que ver con esta norma.

Pero no se quiere publicitar. Algunas fuentes socialistas no se cortan al asegurar que ya han cumplido. Que la norma está aprobada, que era el compromiso del presidente Iglesias. Y que lo demás ya se verá. El tiempo dirá. Pero transcurridos cuatro meses no ha habido apenas avances. Y el malestar entre las asociaciones, esperanzadas en un principio, empieza a aflorar. Temen que todo se quede en nada. El PP alertó en la aprobación de la ley que el catalán se extendería por Aragón como una mancha de aceite. Que incluso llegaría hasta la plaza del Pilar, santo y seña, por lo visto, del castellano más castizo. El alarmismo extremo de los populares queda ahora como algo cómico, aunque también cínico. La inoperancia del PSOE hace que PAR y PP, principales opositores de la Ley de Lenguas, se estén ahora frotando las manos. Ni mancha de aceite, ni misas en catalán. Los socialistas han bajado el pulso de la acción política a un estado casi comatoso. Y parece que ningún partido, salvo CHA, va a pedir que se aplique la norma que regula la realidad lingüística aragonesa.

Al partido aragonés ya le va bien. Se evita desencuentros con el socio, empeñado como está en resolver problemas internos en medio de su particular laberinto para afrontar con garantías la cita electoral del año que viene. Al PAR le tiene que resultar duro proponer a sus candidatos para el consejo superior de las lenguas o para las academias.

Por ahora desde el Gobierno dicen que el encargo de elegir a los miembros del consejo está en las Cortes. Pero los grupos de la Cámara no saben nada. No se ha negociado con ninguno. Ni CHA, ni PAR, ni PP, ni IU han oído hablar del nombramiento de los integrantes de los órganos que se desprenden de la Ley de Lenguas. Lo mismo sucede en la Universidad de Zaragoza. La institución no se caracteriza precisamente por su capacidad de acción y reacción. Pero sus responsables aseguran que esperan que el Gobierno de Aragón les dé las indicaciones pertinentes para elegir a los cinco miembros del consejo que le corresponde. Ante esta situación, el malestar en los departamentos especializados es evidente.

Si el Gobierno dice que el encargo está en las Cortes, pero en el Parlamento no se ha empezado a negociar, eso significa que todavía nadie ha movido ficha. Cámara de Cuentas y Consejo Superior de las Lenguas eran las dos cuestiones que debían acordarse este mes de abril. Iniciado mayo ninguna de las dos se ha cerrado. La cuestión de las lenguas se ha convertido en un trabalenguas del que el PSOE no sabe salir. Y también en un problema, que no parece querer afrontar por ahora.

Fuente: www.elperiodicodearagon.com

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