PERDER UNA LENGUA ES MÁS GRAVE QUE PERDER HISTORIA

José Bada es el primer presidente del Consejo Superior de Lenguas de Aragón, el órgano que se encargará de constituir las academias del catalán y del aragonés. Defiende que la lengua no es sinónimo de identidad y aboga por superar los nacionalismos. A su juicio, perder un idioma es más grave que perder historia; es perder humanidad.

Zaragoza.- Doctorado en Teología por la Universidad de Munich y licenciado en Filosofía por la de Valencia, el que fuera consejero de Cultura del primer Gobierno aragonés, José Bada, preside ahora el Consejo Superior de Lenguas de Aragón. Se trata del primer presidente de este órgano, que velará por el desarrollo de la Ley de Lenguas.

Acepta el cargo como un honor y una responsabilidad, aunque reconoce la polémica que genera el defender el patrimonio trilingüe en Aragón. Mantiene que la lengua no es sinónimo de identidad y aboga por superar estos prejuicios. No es partidario de imponer ningún idioma, pero alerta de que perder una lengua es más grave que perder historia, porque significa perder humanidad.

Pregunta.- Usted es el primer presidente que va a tener el Consejo Superior de Lenguas de Aragón. ¿Es todo un reconocimiento?
Respuesta.- No tengo más mérito que los años y haber iniciado esto cuando era consejero de Cultura. Es una responsabilidad y un honor, si bien depende de ante quién, porque esto es polémico. Pero para mí sí es un honor y una responsabilidad.

P.- El consejo se constituyó hace dos meses. El primer paso era constituir las academias del aragonés y el catalán. ¿Cómo va?
R.- Ya hemos iniciado el debate. Tras aprobar las normas internas del consejo, lo debatiremos en esta próxima reunión. Ahora hay tres propuestas de estatutos, y vamos a ver si integramos las aportaciones de todos porque nos gustaría tener consenso, pero lo aprobaremos pronto.

P.- ¿Cuándo cree que será?
R.- Bueno, hay unas elecciones de por medio, y eso hay que tenerlo en cuenta. La voluntad que tenemos es dejar las academias constituidas antes de las elecciones, con los académicos nombrados, con su reglamento interno y que, a partir de ahí, una vez construido el aparato, empiece a rodar.

P.- También está pendiente trazar un mapa lingüístico de Aragón. Usted dijo que esta tarea sería más difícil que constituir las academias. ¿Por qué?
R.- Claro, claro, porque las lenguas no tienen fronteras definidas. ¿Dónde está el límite de cada una? Entonces es difícil delimitarlo. Para el catalán no lo es tanto, porque ya hay un consenso entre lingüistas y académicos, pese a la polémica, y se aceptan las normas. El problema se tiene con el aragonés.

P.- ¿Usted defiende que en Aragón se habla catalán?
R.- Eso está clarísimo. Evidentemente que aquí puede haber quien opte por decir que esto es Cataluña porque aquí se habla catalán y, al contrario, los que dicen que no se habla catalán sino aragonés porque es Aragón. Tan nacionalistas son unos como otros, y los dos se alimentan del mismo prejuicio. En Bélgica hablan flamenco y francés, pero todos son belgas. El pretender unir la identidad con la lengua es un absurdo, hay que superarlo.

P.- Entonces, ¿sería partidario de que el catalán y el aragonés se enseñara en los colegios?
R.- Sí, sí. Pero para eso hay que empezar con el mapa lingüístico, porque a la hora de planificar una cultura o una enseñanza, no podemos enseñar el catalán donde se habla aragonés, ni al revés. Imponer una lengua es una barbaridad.

P.- Dice que el problema se tiene con el aragonés…
R.- Sí, en el caso del catalán ya llevamos muchos años estudiándolo. El problema lo tenemos con el aragonés, porque habrá que empezar de cero, desde la lengua vernácula. Lo que está claro es que el aragonés es una lengua, al menos para los expertos. Ahora, a partir de todas las diferencias y variedades hay que descubrir lo que hay en común y elaborar una lengua que pueda enseñarse a todos. Y eso es difícil.

P.- ¿Qué siente cuando ve que la Unesco alerta de que el aragonés sufre un serio peligro de desaparecer?
R.- Pues que es verdad, que está muy debilitada. Y es que en este caso hay que construir una gramática. Sus hablantes son una población más envejecida, más dispersa y más diferenciada. El problema es difícil, aunque no imposible. Y puede que no todos tengan voluntad de sobrevivir como hablantes de su lengua, y una lengua, si los hablantes no quieren, pues muere. Pero esto pasa con todas las lenguas, no sólo con el aragonés.

P.- ¿Perder una lengua es perder historia?
R.- Perder una lengua es más grave que perder historia, es perder humanidad. Habitamos la lengua, vivimos, nacemos y crecemos en la lengua. Es como la piel del cuerpo, la realidad está dentro de esa piel y se expresa en ella. Cuando uno se queja o le duele algo, habla en su propia lengua, y cuando uno siente algo con intensidad, le sale de dentro lo más original, lo más suyo, y habla en su lengua. En inglés se pueden hacer negocios, pero enamorarse en inglés, si uno es aragonés, ya es más difícil (risas).

P.- Como presidente del Consejo Superior de Lenguas de Aragón, ¿se marca algún reto?
R.- Me he comprometido a poner esto en marcha. Esto no es una batalla para dos días.

P.- Pero ya se cuenta con la Ley de Lenguas...
R.- Por supuesto. Posiblemente, todavía no es la ley que haría falta, pero está bien. Es un paso más. No es sólo un problema de legislar. Los procesos culturales son lentos y esto es un frente cultural.

Fuente: http://aragondigital.com

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