Félix
de Azara catalogó más de 200 nuevas especies en su estancia en el Río de la
Plata. Se quedó sin ideas para los nombres, y decidió recuperar vocablos de su
tierra.
La
vida y obra del aragonés Félix de Azara (Barbuñales, 1742-1821) da para mucho.
Su figura ha sido reivindicada en Aragón a lo largo de las últimas décadas como
uno de los naturalistas más determinantes de la Ilustración, llegando incluso a
influir de forma notable en la posterior obra de Charles Darwin. Sin embargo, en
América Latina, y en especial en Argentina, Uruguay y Paraguay, su legado y los
homenajes que ha recibido superan con mucho los conseguidos en su tierra de
nacimiento.
Félix
de Azara fue sin embargo un naturalista sobrevenido. Formado en la Escuela del
Real Cuerpo de Ingenieros, obtuvo el grado de teniente coronel en el Ejército,
y en 1780 fue designado para participar en las demarcaciones de los territorios
españoles del recién creado Virreinato del Río de la Plata con los territorios
portugueses. Su misión debería estar completa en cuestión de meses, pero se
quedaría allí durante 20 años.
La
desidia de los representantes portugueses -a los que estuvo esperando más de
diez años para comenzar su labor- y la dejadez que también denunció por parte
de las autoridades españolas acabaron dándole pie para que iniciara la labor
por la que hoy es más recordado, centrándose en describir y catalogar la fauna
y flora de aquellas tierras a las que había llegado a pesar de no tener una
formación específica.
Fruto
de aquellas pesquisas Azara publicó dos obras de especial relevancia dentro del
estudio de la naturaleza de la época: los 'Apuntamientos' sobre los pájaros y
sobre los cuadrúpedos del Paraguay y el Río de la Plata que, como el mismo
pronosticó, se traducirían al francés antes de ser publicadas en castellano.
Más
de 200 nuevas especies... alguna de ellas catalogadas en aragonés
Azara
llegó a identificar más de 450 especies solo de aves, de las que unas 200 no
habían sido catalogadas con anterioridad. Y como cualquier descubridor, tuvo
que afrontar el reto extra de discurrir cómo denominar a esas aves que solo él
había descrito por primera vez.
José
María Enguita, catedrático de Lengua Española de la Universidad de Zaragoza,
lleva desde su tesis doctoral estudiando el léxico y los neologismos que
derivaron el estudio de América Latina, trabajo en el que la obra de Azara ha
tenido un peso fundamental. “Como cualquier hombre de la Ilustración su vida es
un libro abierto para el estudio desde distintas disciplinas, también desde la
lingüística”, señala.
Enguita
ha detectado coómo Azara, en medio de la vorágine de tener que encontrar nuevos
vocablos con los que denominar a las especies que descubría, recurrió al
aragonés, dando lugar a una curiosa traslación de términos de su tierra natal a
pájaros del otro lado del mundo.
“Lo
primero que hizo fue utilizar los nombres que tanto las poblaciones indígenas
como los españoles estaban utilizando ya y eran de uso común, como por ejemplo,
el Alonso García, un pájaro que ha llegado a nuestros días como alonsito, y que
podemos entender que se llamó así por algún chascarrillo entre los españoles
que se asentaron en aquellas tierras. Después, también utilizó onomatopeyas
para designar a las especies en función de sus cantos; y por último, cuando él
mismo reconoce que ya no sabe qué nombres inventar, comienza a utilizar
denominaciones de Aragón para pájaros que se asemejaban a los que él iba
descubriendo”, relata el catedrático.
Así,
Azara denomina a algunas de las aves que descubre esparvero -como se denomina
en aragonés a rapaces pequeñas como gavilanes, milanos o cernícalos- o gafarrón
-una especie de verdecillo-; términos que hoy en día se siguen utilizando en
Argentina o Uruguay.
Del
mismo modo, también recurre al término de chóliba -como se llama a un tipo de
rapaz nocturna en los Monegros y otras zonas de Aragón- o correndera (alondra)
para catalogar un pájaro de pequeño tamaño que descubre, y que hoy en día
figuran como nombres científicos de dos aves propiamente americanas que, sin
embargo, tienen apellido aragonés.
Fuente: heraldo.es
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