Zaragoza recupera la toponimia tradicional en las calles del Arrabal.




El rótulo con el nombre histórico en aragonés ya figura en 16 carteles de vías. El consistorio no descarta retomar de forma simbólica otras denominaciones

La calle Almadieros del Roncal del barrio del Arrabal de Zaragoza ya cuenca con una placa añadida en la que se recupera la denominación tradicional que esta actividad recibe en la montaña: carrera Navaters de Roncal. Este cambio, que se suma a otros 15, permite que el callejero que hace referencia a actividades y topónimos altoaragoneses mantengan la denominación por la que históricamente se les ha conocido.


Esta iniciativa, que partió de una propuesta de la asociación cultural Nogará Religada y de la oficina local de la Lengua Aragonesa, se ha desarrollado en las últimas semanas después de que se tomara en consideración a comienzos de año. «Es una forma de usar el espacio público para transmitir un discurso cultural», señaló el responsable del ente municipal Miguel Ángel Barcos.

Por el momento, los cambios, que no suponen una modificación legal de la denominación de las calle, han sido bien recibidos por los vecinos. En el caso de que estos añadidos históricos cuajen entre la población, desde el consistorio no se descarta poder ampliar la información a zonas en que durante la Edad Media tuvieran ya nombres definidos. «No tendría sentido una traducción generalizada», indica Barcos.

LENGUA CULTA

Los 16 rótulos colocados fueron propuestos por Nogará como una forma de contribuir a la sensibiliación lingüística y patrimonial de la población. «Intentamos transmitir que el aragonés fue hasta el siglo XV la forma culta de expresión en la ciudad y que se mantuvo durante años con distinta intensidad», señaló el portavoz de la agrupación, Daví Lahiguera.

En Nogará recuerdan además que la toponimia en este idioma ya está presente en denominaciones como Valdefierro, Valdespartera o el camino del Buro. Por el momento los cambios propuestos hacen referencia siempre a accidentes geográficos de zonas aragonesas en las que el idioma aragonés mantiene su vigencia. Es el caso del valle de Gistaín o de Benasque. «Asumimos que el cambio puede provocar reacciones negativas, pero no tiene un gran coste y en otros lugares en los que el idioma se mantiene vivo se podría copiar la iniciativa», asegura.

Por el momento la rotulación oficial en aragonés o en catalán no se ha implantado de forma sistemática en sus zonas de influencia y queda al albur de las decisiones municipales. La Dirección General de Política Lingüística del Gobierno de Aragón ha trabajado en normalizar las grafías, pero por el momento no se ha obtenido un consenso suficiente como para abordar la renovación.

INDIFERENCIA SOCIAL 

En el arrabal zaragozano desde este verano la calle Valle de Oza también aparecerá en aragonés como carrera Val d’Oza o la chapa con el nombre de Monte Perdido incluirá Punta de Tresorols. Pasa lo mismo con la Peña Uruel o al cartel Tuca de la Maladeta acompañando al oficial: Pico de la Maladeta.

En la asociación de vecinos los añadidos informativos han sido recibidos con cierta indiferencia. «No había una demanda popular, pero no creemos que esto suponga ningún tipo de perjuicio», expresó el presidente de la asociación Tío Jorge, Rafael Tejedor. A pesar del coste de las nuevas denominaciones, defendió su pertinencia al contribuir a difundir una parte de la cultura propia.

Eso sí, piden que se deje claro desde el consistorio que estos topónimos tradicionales no suponen un cambio legal en la denominación de las vías y que solo se han colocado de forma informativa para evitar suspicacias.

Fuente: elperiodicodearagon.com

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