El escritor Chesús Garcés Baquer ha sido galardonado con el premio Chuana Coscujuela 2018 por su conservación de la cultura belsetana
Chesús Garcés Baquer, Chesús de Casa Baitico de Bielsa, fue galardonado hace unos días con el premio Chuana Coscujuela 2018 por su gran labor en la conservación de la cultura del valle que lo vio nacer. Un premio que recibe a los noventa y dos años, "sorprendido y agradecidísimo", y que reconoce un amor a su lengua que nace de "las raíces profundas de mis padres y mis abuelos, sentidas con mucho orgullo".
Emplear su lengua le resulta natural, y recuerda que cuando era un niño "los viejos charraban todos en belsetán. Yo iba muchas veces a los animales con mi padre, que era pastor. En aquel entonces era lo habitual y todos se entendían con eso. También hablábamos el castellano, porque siempre vino gente de fuera, y se mezclaba todo". Con el transcurrir del tiempo, fue observando con pena que "a los jóvenes no les gusta; algunos dicen que es feo. Ahora mismo no quieren hablarlo y es una lástima, porque es una lengua bien maja".
Garcés contempla con lástima no solo la pérdida de la lengua, sino la de las costumbres y la cultura del valle. En su libro Baitico. Memoria de la Valle Bielsa, (Gara d"Edizions) da buena muestra del amor a la cultura de su pueblo y recuerda "cómo era la vida, las tradiciones, juegos y diversiones".
Recuerda que "durante la posguerra no se podía hablar en belsetán en la escuela. Yo como habitualmente lo empleaba con mi padre, a veces se me escapaba alguna palabra. Una vez el maestro me pegó una bofetada y me dijo: Esto no se habla, que es feo. Cuando pasaba esto te sentías avergonzado", reconoce.
Con la perspectiva que le da su edad, considera que "la vida ha cambiado mucho. La modernidad ha traído un gran cambio en todos los aspectos desde que nací hasta ahora. Antes, para trabajar la agricultura era todo a base de "motor de sangre", como digo yo". Recuerda también una economía doméstica basada en el autoabastecimiento: "En las casas se hacía la matacía, tenías jamones de casa, patatas, verduras, leche, que era la gran solución, porque todos teníamos vacas. El setenta por ciento eran productos de casa y todo era mucho más sano que ahora".
Sobre la situación que vive hoy su lengua, considera que no se hace todo lo necesario, y "si no hay interés, no hay futuro". Para evitar que se pierda definitivamente, opina que "se tendría que enseñar en las escuelas. Así, a lo mejor se podría recuperar algo. Pero no lo veo muy bien porque creo que las administraciones tampoco han hecho mucho".
Con una energía y lucidez admirables, Chesús Garcés continúa haciendo todo lo que puede por su conservación, y su gran colaboración lo ha situado como un referente de primer orden para el aragonés. Aunque no es optimista sobre el futuro, no pierde la esperanza de conservar la rica diversidad de las comarcas altoaragonesas. "En el valle de Bielsa tenemos nuestro dialecto, en el valle de Chistau el suyo, y también en la Ribagorza, y eso está muy bien".
Fuente: diariodelaltoaragon.es
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