INCUNABLES, DE JOSE LUIS MELERO

Cuando se publico “Sospiros de l’aire” en 1971 yo no sabía que en Aragón se hablara otra lengua distinta del castellano. Fue como una revelación, el descubrimiento de que Aragón era mucho más rico y plural de lo que nos habían enseñado hasta entonces. El libro parecía condenado a pasar sin pena ni gloria: ni siquiera lo avalaba una editorial de postín, sino que lo publicaba una Caja de Ahorros en una edición rara, corta y naturalmente mal distribuida. Pero la noticia de la publicacion de un libro en aragonés corrió de boca en boca y aquellos poemas de Francho Nagore se hicieron populares (Cuando digo populares quiero decir que los leeríamos con suerte un centenar de personas, pero eso era mucho a comienzos de los años 70). Los jóvenes de entonces habíamos perdido los vínculos con quienes habían estudiado o utilizado la vieja lengua aragonesa años atrás (pienso por ejemplo en los esfuerzos que realizaron Moneva, Alvar, Arnal Cavero o Veremundo Méndez) y el libro de Nagore, humilde y silencioso, era un nuevo punto de partida en la defensa de una lengua que agonizaba casi sin remedio.

Al año siguiente, la colección El Bando publicaba en Barcelona “No deixéz morir a mia voz” de Anchel Conte, profesor por aquel entonces de historia en L’Ainsa. Ahora ya la editorial era de prestigio, el autor tenia mayor recorrido, el libro se veía en las librerías y los versos de Conte se convirtieron pronto en un libro de culto entre quienes defendían la cultura aragonesa en todas sus manifestaciones. Fueron estos dos libros memorables los incunables del aragonés moderno.

Después llegarían otros muchos, pero ellos fueron los precursores, los primeros que abrieron el camino a la recuperación de la lengua aragonesa y su particular y enternecedora Biblia de Gutenberg.

Fuente: www.heraldo.es y www.unizar.es/prensa/noticias

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