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Últimos pasos para cerrar la grafía unificada del aragonés.

Las asociaciones en liza asumen que si hay consenso aceptarán la convención. La DGA destaca que lo importante de una lengua «es que se mantenga viva»

«Lo más importante de una lengua es que se mantenga viva, no cómo se escribe». El director general de Política Lingüística, Ignacio López Susín, encara con espíritu conciliador los últimos pasos para lograr una grafía de consenso que puedan usar las tres asociaciones de hablantes del idioma –Consello d’a Fabla Aragonesa, Estudio de Filología Aragonesa y la Sociedat de Lingüística Aragonesa–, hasta ahora enfrentadas de forma irreconciliable por sus discrepancias filológicas.
A pesar de restar importancia a lo que califica de «convención», el texto en fase de alegaciones ha sido redactado por tres expertos internacionales –Ramón de Andrés de la Universidad de Oviedo, Michael Metzeltin de la Universidad de Viena y Patric Sauzet de la Universidad de Toulouse– que también fueron seleccionados en un proceso compartido. «Hemos tratado de mantener una neutralidad exquisita para favorecer su uso futuro», explicó López. Por ahora, el informe Una grafía común para el aragonés y sus variedades ya se usa en las webs que la DGA ha publicado con motivo del Día de la Lengua Materna.

El periodo establecido para que las asociaciones muestren su parecer respecto al documento finalizará el próximo 13 de marzo y a partir de entonces todas ellas asumirán como propia la nueva grafía. Aunque solo si hay «consenso» y voluntad integradora, según aclaran sus responsables.

El presidente del Consello, Chusé Inazio Navarro, cree que la propuesta actual facilitará la enseñanza del idioma. Como puntos de discrepancia señala que algunas de las prioridades podrían afectar a la pronunciación en las zonas orientales, algo que tratarán de corregir. Reconoce, además, que el borrador está «más próximo» al modelo de representación gráfica que se defiende en su asociación que a las demás en liza. «Me gustaría que todo esto sirviera para calmar las aguas», afirma.

La misma voluntad muestra el presidente del Estudio de Filología Aragonesa, Manuel Castán. «Hay un acuerdo para aceptarla», destaca. Entre los puntos negativos está la falta de ambición de la norma. «Se tendría que haber ido más lejos en el acercamiento a una lengua de tradición latina», destaca, al advertir que «cambiarle la grafía al latín no es razonable». Pero el escepticismo sobre el camino emprendido prima todavía sobre otras consideraciones. «Que vengan de fuera a orientarnos no es la panacea cuando nosotros no hemos sabido ponernos de acuerdo durante años», expresó.

Por parte de la Sociedat Lingüística Aragonesa, su presidente, Chusé Raúl Usón, pide «mucha prudencia» y que el resultado final quede «sin vencedores ni vencidos».

Fuente: elperiodicodearagon.com

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