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EL HERRERO QUE ESCRIBÍA ROMANCES

Lo resume el editor Chusé Raúl Usón con una frase rotunda: «Era una asignatura pendiente». Con ese espíritu ha emprendido, pese a los duros tiempos de crisis económica, una nueva aventura editorial: la Biblioteca Pirineus. En ella va a rescatar la obra de los escritores que fueron pioneros en el uso de las distintas modalidades del aragonés. Ya ha llevado a las librerías la primera entrega, dedicada a la obra de Cleto Torrodellas, que escribió en ribagorzano. «Hay que recuperar a nuestros clásicos -señala-, divulgar su vida y su obra entre los amantes de la lengua y la cultura aragonesas, pero también entre la comunidad científica. Muchos de estos autores han sido publicados de forma precaria, en ediciones pequeñas y ya inencontrables; permanecen inéditos; o su obra está dispersa».

Torrodellas (Estadilla, 1868-1939) es uno de ellos. Las dos ediciones que se han hecho hasta ahora de su obra son difíciles de encontrar, y en los veinte años transcurridos desde la última se ha hallado material que permanecía inédito. Es lo que aporta la que aparece ahora en la Biblioteca Pirineus, elaborada por Xavier Tomás y Chuse Raúl Usón. No es la edición definitiva, pero casi.

Conocido como lo Ferrero d'Estadilla, Cleto Torrodellas tuvo que abandonar la fragua y el yunque por cuestiones de salud, lo que le dejó más tiempo libre para cultivar una de sus pasiones: la escritura de romances. Los componía mentalmente y era su sobrino quien los ponía por escrito. «Era un poeta popular en el más amplio sentido de la palabra, gozó de mucha fama en su día y muchos se aprendían de memoria sus romances», subraya Usón.

La edición de la Biblioteca Pirineus se ha elaborado a partir de los papeles que conserva la familia del escritor, de pliegos de coleccionista (el propio Torrodellas imprimía los romances y los vendía), de hallazgos de hemeroteca e incluso de envoltorios de los caramelos Piropos, donde también dejó muestras de su ingenio.

«Hay un poema que sabemos que existió y que no hemos encontrado por ningún sitio -revela Usón-. Y es que en 1906, cuando Alfonso XIII inauguró el Canal de Aragón y Cataluña en el sifón del Sosa, Torrodellas le leyó un romance en ribagorzano. No ha habido forma de localizarlo». Pero casi todo lo demás está, precedido de un amplio estudio de los editores y con un deslumbrante aparato crítico (hay más de 900 notas a pie de página). Con ello se pretende marcar el patrón de la colección, que cuenta con una tipografía y aspecto sobrio. Y que respeta la ortografía de la variedad del aragonés en la que escribió el autor, pero despojada de las frecuentes erratas de los cajistas de la época.

«Con la serie de libros me interesa demostrar dos cosas -concluye Usón-. Por un lado, que el aragonés no es un invento, sino que desde el siglo XIX ha habido autores que han escrito en aragonés, aunque pudieran hacerlo en castellano. Y, por otro, que el aragonés ha sido patrimonio de todas las ideologías. Porque en la veintena de autores que van a conformar la Biblioteca Pirineus hay de todo, desde curas a republicanos, desde pasteleros o zapateros a gente acomodada».

Fuente: www.heraldodesoria.es

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